El contexto: Según el Ps. John MacArthur, en la
Biblia de Estudio que lleva su nombre, comenta que la oración de Juan 17, es la
verdadera “ORACIÓN DEL SEÑOR”; ya que exhibe la comunión cara a cara que el
Hijo tenía con el Padre. Este capítulo marca la enseñanza final de su
ministerio en la Tierra y el comienzo de su ministerio de intercesión por los creyentes
(Léase Hebreos 7:25).
Esta
oración se divide en tres aspectos:
•
La Oración de Jesús por Sí mismo.
•
La Oración de Jesús por Sus discípulos.
•
La Oración de Jesús por los creyentes que conformarán Su Iglesia.
Los
cuales, veremos a continuación.
Nota: Este humilde comentario no pretende ser exhaustivo y está enfocado en el tema de la oración.
I. LA ORACIÓN DE JESÚS
POR SÍ MISMO (Comentario de Juan 17:1-5)
Pasaje
a analizar:
Juan
17:1-5 Estas cosas habló Jesús, y levantando los ojos al cielo, dijo: Padre, la
hora ha llegado; glorifica a tu Hijo, para que también tu Hijo te glorifique a
ti; como le has dado potestad sobre toda carne, para que dé vida eterna a
todos los que le diste. Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el
único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado. Yo te he
glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese. Ahora
pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo
antes que el mundo fuese”.
Vers. 1: Jesús expresa la llegada de la hora
en el sentido de que el tiempo de Su muerte expiatoria en la cruz se aproxima;
la razón por la cual vino al mundo. Pide ser glorificado, esto es, que el
suceso grandioso de la Redención en la cruz del Calvario es Su glorificación, y
que al mismo tiempo sería la causa de que una muchedumbre de redimidos por Su
sangre, de toda época, nación, pueblo, tribu y lengua; glorificarán al Padre y
al Cordero:
Apocalipsis
7:9-10 “Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía
contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del
trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en
las manos; y clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro
Dios que está sentado en el trono, y al Cordero”.
Este
texto apocalíptico es una muestra de la redención finalizada por Dios según Su
plan eterno de salvación.
Vers. 2: La expresión “Los que le diste” o “Los
dados por el Padre” es una referencia a Su autoridad sobre los elegidos a quién
el Hijo daría Vida eterna. La doctrina bíblica de la Elección o la
Predestinación se encuentra a lo largo del NT. Compare y analice con las
siguientes Escrituras: Juan 15:19; Hechos 13:48; Romanos 8:28-33; Efesios
1:3-6; 2 Tesalonicenses 2:13; Tito 1:1 y 1 Pedro 1:2. En el inciso B
ahondaremos más sobre los "Dados por el Padre".
Vers. 3: La palabra “conocer” adquiere dos
significados:
•
Implica que Jesús da vida eterna por medio de escuchar y creer el mensaje del
Evangelio del Reino (Léase Juan 5:24); porque en el contexto inmediato del
vers. 6 que a los que el Padre dio al Hijo, también les dio conocer Su nombre.
El evangelio incluye tanto la revelación del Dios Trino, como la redención por
medio de Jesucristo a través de la fe.
•
Indica también no solo en el aspecto abstracto o intelectual, sino también la
aceptación, la fe, el amor y la obediencia al Dios verdadero y a Su Hijo
Jesucristo. Compárese con Juan 14:7, 9; 16:3; 17:25; 1 Juan 2:3-6, 13, 14; 3:1,
6; 4:7-8; 5:20 (RV95, Biblia de Estudio, nota d: pág. 1221-1222).
Vers. 4 y 5: Jesús glorificó a Su Padre en todas
las cosas y en toda Su Palabra; en amor y en obediencia (Léase los evangelios).
La expresión: “Glorifícame al lado Tuyo” alude a Su preexistencia como el Hijo
de Dios (Léase y analice Juan 1:1-13, 15, 30; 8:58; Proverbios 8:25). Tras
completar Su obra, Jesús miró más allá de la cruz, y pidió ser reinstalado en
la Gloria que había compartido con Su Padre antes de que existiese el
mundo:
Filipenses
2:5-11 “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús,
el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que
aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho
semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí
mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios
también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre,
para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los
cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que
Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre”.
II. LA ORACIÓN DE JESÚS
POR LOS DISCÍPULOS (Comentario de Juan 17:9-12, 15 y 17)
Pasaje a analizar:
Juan
17:9-12, 15 y 17 “Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que
me diste; porque tuyos son, y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y he sido
glorificado en ellos. Y ya no estoy en el mundo; mas éstos están en el mundo, y
yo voy a ti. Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para
que sean uno, así como nosotros. Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los
guardaba en tu nombre; a los que me diste, yo los guardé, y ninguno de ellos se
perdió, sino el hijo de perdición, para que la Escritura se cumpliese (…) No
ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal (…) Santifícalos
en tu verdad; tu palabra es verdad”.
Vers. 9 al 10: Esta oración era una expresión de
especial identificación con los discípulos del SEÑOR (Léase Juan 1:10). Las
expresiones “Tuyos son” o “Tuyos eran” son afirmaciones contundentes de que
antes de su conversión, YA pertenecían a Dios (Léase Juan 6:37-40); debido a Su
Elección Soberana y que fueron elegidos antes del a fundación del mundo:
Efesios
1:4 “Según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos
santos y sin mancha delante de él”.
Compárese
con Hechos 18:9-10:
Hechos
18:9-10 “Entonces el Señor dijo a Pablo en visión de noche: No temas, sino
habla, y no calles; porque yo estoy contigo, y ninguno pondrá sobre ti la mano
para hacerte mal, porque yo tengo mucho pueblo en esta ciudad”.
Vers. 11 y 12: Jesús pide la preservación de los
discípulos, pues durante y después de Su muerte tendrían que enfrentar la
tentación y el aborrecimiento del mundo sin Su presencia y protección inmediata
(Analice el contexto de Juan 15:18 al 16:4). Durante Su ministerio terrenal,
Jesús los protegió tal y como dijo en Juan 6:37-40 y 44:
Juan
6:37-40 “Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le
echo fuera. Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la
voluntad del que me envió. Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió:
Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día
postrero. Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquél que ve al
Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero”.
Juan
6:44 “Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le
resucitaré en el día postrero”.
En
cuanto al “hijo de perdición”, alude a Judas Iscariote y a su destino de
condenación eterna. La deserción y traición de Judas no fue una falta por parte
Jesús; pues el discípulo no era dado por el Padre a Él. Por tal razón, no es
posible afirmar que Judas, “perdió su salvación” puesto que no era creyente
genuino. El SEÑOR Jesús es muy claro y enfático: “A los que me diste, yo los
guardé, y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición”. Estos hechos
propiciados por Judas ya había sido anticipados y permitidos por Dios en las
Escrituras (Léase Salmo 41:9; 109:8; analice contexto de Juan 13:18). En el
siguiente pasaje ahondaremos más en el tema de Judas.
Vers. 15: Aquí la palabra “mal” se traduce por
“maligno”, obvia referencia a Satanás.
1
Juan 5:18 “Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado,
pues Aquel que fue engendrado por Dios le guarda, y el maligno no le toca”.
Satanás
procura los medios para destruir a los creyentes; pero Dios los guarda. En el
contexto, el enemigo está al acecho sobre la vida de los discípulos de Jesús.
Llegado a este punto, haremos una comparación entre el apóstol Pedro y Judas
Iscariote. La Biblia sí narra que Judas sí fue poseído por Satanás mismo:
Juan
13:26-27 “Respondió Jesús: A quien yo diere el pan mojado, aquél es. Y mojando
el pan, lo dio a Judas Iscariote hijo de Simón. Y después del bocado, Satanás
entró en él. Entonces Jesús le dijo: Lo que vas a hacer, hazlo más pronto”.
Lucas
22:3 “Y entró Satanás en Judas, por sobrenombre Iscariote, el cual era uno del
número de los doce”.
En
dos evangelios, hay evidencias que Satanás entró en Judas. Pero en el caso del
apóstol Pedro vemos que el SEÑOR Jesús le dijo que Satanás había pedido permiso
para zarandearlo:
Lucas
22:31-32 “Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido
para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y
tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos”.
Satanás,
pide permiso al SEÑOR Jesucristo para orillarlo a renunciar su fe en Su
maestro; sin embargo, Cristo le asegura a Pedro que ha rogado para que la fe de
su discípulo no falle, asegurando que regresaría de nuevo con sus hermanos.
Satanás necesita permiso para poder tocar a un hijo de Dios, pero no para
destruirlo, sino para que el SEÑOR sea glorificado en Sus propósitos. La misma
situación sucedió con Job, el cual fue probado y atacado fuertemente por
Satanás, pero su vida no fue tocada, para luego ser restaurado por Dios (Léase
Job 1; 2; 42:10-17). Un verdadero hijo de Dios y salvo genuino podrá ser
atacado, pero se halla seguro en las manos del SEÑOR:
Juan
10:27-28 “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy
vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano”.
¿Qué
significa ser “zarandeado”? ser “zarandeado” por Satanás, no expresa ser
poseído; se refiere a ser tentado. En el contexto de Lucas 22, Pedro fue
advertido por Su maestro que él le negaría tres veces (Léase Lucas 22:33-34). Y
así fue (Léase Lucas 2:54-62). Sin embargo, conforme a lo dicho por el SEÑOR,
Pedro fue restaurado (Léase Juan 21:15-19).
En
cambio, en el caso de Judas, Satanás ni permiso pidió. ¿Por qué? Porque nunca
fue salvo (Léase nuevamente Juan 17:12). Ninguno de los discípulos se perdió
(incluyendo a Pedro), pues todos fueron guardados por Cristo en el Nombre del
Padre; a excepción de Judas.
Vers. 17: La expresión “Santifícalos”,
“Santificado” o “Consagrado”; se refiere a un sentido posicional en Cristo para
el redimido, que pertenece a completamente a Dios y queda destinado a Su
servicio. El otro aspecto de la santificación es el proceso de purificación y
santidad práctica por medio del Espíritu Santo (Léase Hebreos 10:10, 14; Judas
1:1). Ojo: Santificación no es sinónimo de perfección, esta se obtiene en el
momento en que los creyentes sean glorificados. Esto implica que a los que Dios
dio a Cristo para darles Vida eterna, serán santificados:
Efesios
1:4 “Según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos
santos y sin mancha delante de él”.
III. LA ORACIÓN DE JESÚS
POR LOS CREYENTES QUE CONFORMARÁN SU IGLESIA (Comentario de Juan 17:20-21)
Pasaje a analizar:
Juan
17:20-21 “Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de
creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú, oh
Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el
mundo crea que tú me enviaste”.
Vers. 20-21: Estas palabras tuvo Su cumplimiento
en el nacimiento de la Iglesia Primitiva, luego de Su ascensión a los cielos
(Léase Hechos 2). El concepto de la unidad con la que plantea el versículo 21,
podemos entenderla en el sentido de que estamos unidos en Cristo, siendo Él
cabeza de la Iglesia (Léase Efesios 1:20-23; Colosenses 1:15-18; Efesios
5:23-24; Colosenses 2:16-19). En el siguiente pasaje bíblico, también lo
podemos comprender de este modo:
Efesios
4:3-7 “Solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; un
cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de
vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el
cual es sobre todos, y por todos, y en todos”.
EN CONCLUSIÓN...
La
Oración del SEÑOR estaba enfocada en dos aspectos de importancia:
1.
Glorificar a Dios en Él y ser glorificado con Él
2.
Preservar de los males y tentaciones del mundo y de Satanás a Sus discípulos
como los creyentes que conformaría Su Iglesia, siendo éstos escogidos y
santificados desde antes de la fundación del mundo por pura Gracia. Estos
mismos creyentes son los que conocerán a Dios y a Su Hijo Jesucristo.
Judas
24-25 "Y a aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros
sin mancha delante de su gloria con gran alegría, al único y sabio Dios,
nuestro Salvador, sea gloria y majestad, imperio y potencia, ahora y por todos
los siglos. Amén".
¡Sólo
a Dios y a Jesucristo la Gloria!
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FUENTE
BIBLIOGRÁFICA:
Algunos apuntes
tomados de las notas de: BIBLIA DE ESTUDIO MaCARTHUR, pág. 1467-1468.