noviembre 25, 2012

BREVE COMENTARIO SOBRE LA DOCTRINA DEL NUEVO NACIMIENTO


En los Canones de Dort (del año 1619), Capítulo Tercero y Cuarto: “De la depravación del hombre, de su conversión a Dios y de la manera de realizarse esta última”, artículo XII, pág. 10; dice:

“Este nuevo nacimiento no es obrado en nosotros por medio de la predicación externa solamente, ni por indicación, o por alguna forma tal de acción por la que, una vez Dios hubiese terminado Su obra, entonces estaría en el poder del hombre el nacer de nuevo o no, el convertirse o no. Si no que es una operación totalmente sobrenatural, poderosísima y, al mismo tiempo, suavísima, milagrosa, oculta e inexpresable, la cual, según el testimonio de la Escritura (inspirada por el autor de esta operación), no es menor ni inferior en su poder que la creación o la resurrección de los muertos; de modo que todos aquellos en cuyo corazón obra Dios de esta milagrosa manera, renacen cierta, infalible y eficazmente, y de hecho creen. Así, la voluntad, siendo entonces renovada, no sólo es movida y conducida por Dios, sino que, siendo movida por Dios, obra también ella misma. Por lo cual con razón se dice que el hombre cree y se convierte por medio de la gracia que ha recibido”.

Ahora bien, si no soltamos la verdad de que la fe como la gracia son don de Dios ¿Qué resultado produce la fe en el nacido de nuevo? Analicemos el siguiente texto bíblico:

Efe 2:8-10 “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas”.

Ser nacido de nuevo significa ser una nueva criatura, hechura de Dios, creados para hacer buenas obras (enfatizo creados para hacer), de las que Dios preparó con anticipación para anduviésemos en ellas. Las buenas obras, son evidencia del fruto del Espíritu Santo que mora en nosotros.

Gál 5:22-25 “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu”.

Estas obras no son para obtener la salvación, porque ya somos justificados por medio de Cristo Jesús. Estas obras, más bien, son evidencia de que somos salvos, si de verdad hemos creído. Como dijo el maestro bíblico Daniel Nicolás Pastore, en uno de sus estudios subidos en Facebook, la salvación no depende de los frutos, porque estaríamos entendiendo que se trata de un cristianismo de obras. Más bien, el fruto es un efecto y evidencia de la salvación.

¡A Dios sea la Gloria!