noviembre 25, 2012

LA SALVACIÓN ES DE DIOS

La Salvación es obra absoluta de Dios:

-Son predestinados: El Padre ha predestinado que aquellos que son de Cristo son escogidos para salvación y sean hechos conforme a la imagen de Su hijo: En carácter, en frutos y buenas obras (Romanos 8.29; Efesios 1.4-6, 2.10; 2 Tesalonicenses 2.13-14; 1 Juan 2.3-6).

-Son llamados: El Padre los ha llamado por medio del evangelio y a través del ministerio de convicción del Espíritu Santo. Se les concede creer en Su Hijo, pues la fe es un don Dios (Juan 6.18, Efesios 2.8-9; 1 Pedro 1:23).

-Son regenerados: No se puede pasar por alto, que el que no nace de nuevo no puede ver el Reino de Dios y son engendrados por voluntad del Padre (Juan 1:12-13; 3.3-6; Tito 3.5).

-Son justificados: El Padre declara justo, como acto legal, a todo aquel que confía en Su Hijo para salvación. La justificación es un acto de la libre gracia de Dios y ningún ser humano la puede obtener por fuerzas propias (Romanos 3.21-28).

-Son santificados: Es la voluntad de Dios que todo creyente sea santificado, es decir, la santificación es el proceso por medio del cual Dios continúa apartando y distinguiendo a aquellos que han creído en su Hijo. Esto deja fuera de lugar a que la Gracia es una licencia para pecar (Romanos 6; 1 Tesalonicenses 4.3, 7).

-Son glorificados: En el día de la resurrección, los creyentes en Cristo, tanto muertos como vivos, recibirán nuevos cuerpos con características espirituales y depurados de la contaminación del pecado (Juan 5.24-29, 1 Corintios 15, 1 Tesalonicenses 4.13-18).

Esto es, en forma resumida, el plan de salvación determinado por el Padre desde de la fundación del mundo respecto a sus escogidos para salvación.

2 Tesalonicenses 2:13-4 “Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad, a lo cual os llamó mediante nuestro evangelio, para alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo”.

¡Es un hecho consumado para Él en la eternidad! ¡Gloria a Dios!

“Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén” (Romanos 11:36).