La palabra canon se deriva
del griego y significa una caña de medir o una regla. La usa la iglesia
cristiana en el sentido de ser la regla, estatuto, o reglamento de lo que cree,
especialmente en cuanto a los libros divinamente inspirados y aceptados como
autorizados por la iglesia universal. La palabra se halla en tres pasajes del
N.T. Gálatas 6:16; Filipenses 3:16; 2 Corintios 10:13-17. Fue Atanasio de
Alejandría, cerca de 300 D.C., que primero aplicara la palabra canon al
catálogo de libros inspirados de la Biblia.
El canon de las Escrituras
del A.T. fue cerrado por Esdras y sus compañeros piadosos que formaron “La Gran
Sinagoga”, cerca del 400 A.C. Lo dividieron en tres partes:
(1) La Ley de Moisés
(2) Los Profetas
(3) Los Salmos o Escrituras Santas.
El canon del N.T. fue fijándose poco a
poco por la iglesia cristiana durante los primeros dos siglos D.C. Desde el
principio los cuatro Evangelios, los Hechos, trece Epístolas de Pablo, 1 Pedro
y 1 Juan eran aceptados como canónicos por todas las iglesias, y no hubo duda
acerca de su inspiración ni de su autoridad. Acerca de Hebreos, Santiago, 2
Pedro, 2 y 3 Juan, Judas, y el Apocalipsis había poca duda en algunas iglesias.
Podemos ver aquí con cuánto cuidado e investigación minuciosa la iglesia
primitiva formaba su canon; y el hecho de que estos siete libros fueron
últimamente aceptados como inspirados por todas las iglesias cristianas nos da
mucha confianza en ellos. El canon de los 27 libros del N.T. fue confirmado por
el Concilio de Cartago, 397 D.C (*1).
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(*1) FUENTE BIBLIGRÁFICA:
“HERMENÉUTICA / INTRODUCCIÓN BÍBLICA”;
Capítulo IV: “El Canon de las Escrituras”; E. Lund y Alice E. Luce. Editorial
VIDA, Miami, Florida. Edición 1975, 2001. Pág. 143-144.