febrero 02, 2013

LA FIDELIDAD DE JUAN EL BAUTISTA EN EL MINISTERIO (2da. Parte)


-Evidencias de la fidelidad de Juan el Bautista a su ministerio desde posicionamiento humano

Ahora, así como Eliseo ¿Fue fiel Juan a su llamado de anunciar a Cristo como Mesías? ¡Por supuesto que sí! Para saber si Juan el Bautista creía en Cristo como el SEÑOR y Salvador del mundo, hay que buscar en el contexto de los evangelios cuáles eran sus convicciones y creencias respecto de Jesucristo.

a) Primera referencia

Luc 3:15-18: “Como el pueblo estaba en expectativa, preguntándose todos en sus corazones si acaso Juan sería el Cristo, respondió Juan, diciendo a todos: Yo a la verdad os bautizo en agua; pero viene uno más poderoso que yo, de quien no soy digno de desatar la correa de su calzado; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego. Su aventador está en su mano, y limpiará su era, y recogerá el trigo en su granero, y quemará la paja en fuego que nunca se apagará. Con estas y otras muchas exhortaciones anunciaba las buenas nuevas al pueblo” (Subrayado añadido).

En este pasaje tenemos cuatro certezas sobre el anunciamiento del Mesías:

  • Juan aseguró no ser el Mesías.
  • Juan reconocía que había alguien mucho más poderoso que Él que tiene el poder de otorgar el bautismo del Espíritu Santo.
  • Juan señaló que el Mesías también será capaz de realizar el juicio a las naciones. La mención del aventador, la era, el granero, y la paja que se quema tiene mucha conexión con la parábola del SEÑOR Jesús respecto al fin del mundo (Léase la Parábola del Trigo y la Cizaña en Mateo 13.24-30, 36-43).
  • Juan seguía anunciando las buenas nuevas del reino de Dios.

b) Segunda referencia

Juan el bautista dijo una de las afirmaciones más famosas en el evangelio según San Juan:

Jua 1:29 “El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Subrayado añadido).

Juan sabía a qué vino Jesús al mundo: A dar Su vida para propiciación por los pecados. Juan remite a la profecía de Isaías 53, que identifica al SEÑOR Jesús como el Siervo Sufriente:

Isa 53:3-12 “Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatidoMás él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; más Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca. Por cárcel y por juicio fue quitado; y su generación, ¿quién la contará? Porque fue cortado de la tierra de los vivientes, y por la rebelión de mi pueblo fue herido. Y se dispuso con los impíos su sepultura, más con los ricos fue en su muerte; aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca. Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada. Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos. Por tanto, yo le daré parte con los grandes, y con los fuertes repartirá despojos; por cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con los pecadores, habiendo él llevado el pecado de muchos, y orado por los transgresores” (Subrayado añadido).

Es evidente que si Juan declaraba abiertamente que Jesús era el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, era porque conocía muy bien las profecías de Isaías respecto al Siervo Sufriente. Conocía de antemano el propósito de Jesucristo de su venida al mundo. Él conocía muy bien las buenas nuevas de la salvación.

c) Tercera referencia

Jua 3:26-36 “Y vinieron a Juan y le dijeron: Rabí, mira que el que estaba contigo al otro lado del Jordán, de quien tú diste testimonio, bautiza, y todos vienen a él. Respondió Juan y dijo: No puede el hombre recibir nada, si no le fuere dado del cielo. Vosotros mismos me sois testigos de que dije: Yo no soy el Cristo, sino que soy enviado delante de él. El que tiene la esposa, es el esposo; más el amigo del esposo, que está a su lado y le oye, se goza grandemente de la voz del esposo; así pues, este mi gozo está cumplidoEs necesario que él crezca, pero que yo mengüe. El que de arriba viene, es sobre todos; el que es de la tierra, es terrenal, y cosas terrenales habla; el que viene del cielo, es sobre todos. Y lo que vio y oyó, esto testifica; y nadie recibe su testimonio. El que recibe su testimonio, éste atestigua que Dios es verazPorque el que Dios envió, las palabras de Dios habla; pues Dios no da el Espíritu por medida. El Padre ama al Hijo, y todas las cosas ha entregado en su mano. El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él” (Subrayado añadido).

Aquí notamos varias cosas muy interesantes:
  • Juan reconocía que Cristo no puede hacer nada sino es voluntad del Padre. Fue voluntad del Padre que Juan menguara para Cristo creciera. Esa es voluntad de Dios y nadie podría resistirla (vers. 27 y 30).
  • Juan estaba contento con el ejercicio de ministerio. Es más, se consideró, a manera de parábola, el “amigo del esposo” (vers. 29). El amigo del esposo era el equivalente al padrino de bodas de hoy en día, pero que en aquel tiempo se dedicaba a cuidar todos los detalles de la preparación de la boda. Y eso es exactamente lo que hizo: preparó fielmente el camino del SEÑOR (Biblia de Estudio John MacArthur, pág. 1432). El mismo declaró que sentía gozo porque en el proceso se daba cumplimiento poco a poco a las profecías mesiánicas del AT.
  • Juan afirmó que Cristo era de origen celestial (vers. 21).
  • Cristo conoció lo verdadero por experiencia y de primera mano (vers. 32).
  • El testimonio de Cristo siempre estuvo de acuerdo con Dios (vers. 33).
  • Cristo experimentó el Espíritu Santo de una forma ilimitada (vers. 34).
  • Cristo era Supremo porque el Padre en Su Soberanía le había concedido la preponderancia a Él (vers. 35).     

Si Juan afirmó todas estas cosas, significa que él estaba convencido de que Cristo es el Mesías y que creía en Él. Nadie apunta y testifica que Jesús es el Hijo de Dios sino estuviese plenamente convencido de ello. Eso es fe:

Heb 11:1: “Es, pues, la fe la certeza de lo que se esperala convicción de lo que no se ve” (Subrayado añadido).

d) Cuarta referencia

Cuando Juan estaba preso, envió a dos de sus discípulos para corroborar la actividad mesiánica de Jesucristo. Mucho se interpreta que Juan tenía dudas respecto a la mesianidad Jesús. Más bien, lo que Juan hizo es confirmar que Cristo es el Mesías:

Mat 11:2-6: “Y al oír Juan, en la cárcel, los hechos de Cristo, le envió dos de sus discípulos, para preguntarle: ¿Eres tú aquel que había de venir, o esperaremos a otro? Respondiendo Jesús, les dijo: Id, y haced saber a Juan las cosas que oís y veis. Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio; y bienaventurado es el que no halle tropiezo en mí” (Subrayado añadido).

Como hemos demostrado en las anteriores evidencias, Juan nunca demostró incredulidad ante el hecho y el testimonio de que Jesús es el Hijo de Dios y que vendría a salvar a Su pueblo de sus pecados. Lo que en realidad hizo fue enviar a dos de sus discípulos para que ellos mismos fueran testigos de  la obra mesiánica de Jesucristo y que con hechos y señales se comprueben que Él es el Mesías prometido de Dios. Para corroborar sus actos ministeriales como Mesías, Jesús respondió aludiendo a dos pasajes del profeta Isaías:

Isa 35:5-6: “Entonces los ojos de los ciegos serán abiertos, y los oídos de los sordos se abrirán. Entonces el cojo saltará como un ciervo, y cantará la lengua del mudo; porque aguas serán cavadas en el desierto, y torrentes en la soledad” (Subrayado añadido).

Isa 61:1: “El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel” (Subrayado añadido).

Transcribo un dato muy interesante: Existe un manuscrito no bíblico de la colección del Mar Muerto, escrito en hebreo, data de unos treinta años antes del nacimiento de Jesús. Contiene una versión de Isaías 61 que sí incluye la frase ausente: “Los muertos resucitan”. Es el papiro 4Q521. Según el estudioso de papiros Craig Evans esta frase está incuestionablemente inmersa en un contexto mesiánico (EL CASO DE CRISTO, Lee Strobel; pág. 123-124; Editorial Vida, 1998).

Por tanto, Juan seguía apuntando a Cristo como el único medio de salvación. El Cristo que había de venir y eso permitió a sus discípulos comprobarlo de primera mano por envío de Juan el Bautista.

La frase: “y bienaventurado es el que no halle tropiezo en mí”, no es referencia directa de Cristo sobre Juan el Bautista y algún tipo de incredulidad, sino un entendimiento general a que creer en Él tendrían la salvación y vida eterna. Si la respuesta fuese directamente para Juan, sería "Bienaventurado si tú no hallas tropiezo en mí"; pero aquí es una consideración en plural; no en singular. Por tanto, Juan el Bautista, aun estando preso siguió señalando a Jesús como el Salvador del mundo. De lo contrario, el contexto de los siguientes versículos no tendría sentido, ya que Jesús alaba a Juan por su obediencia y fidelidad a su misión de preparación.

e) Quinta referencia

El apóstol Pablo refirió de Juan lo siguiente:

Hch 13:24-26: “Antes de su venida, predicó Juan el bautismo de arrepentimiento a todo el pueblo de Israel. Mas cuando Juan terminaba su carrera, dijo: ¿Quién pensáis que soy? No soy yo él; mas he aquí viene tras mí uno de quien no soy digno de desatar el calzado de los pies. Varones hermanos, hijos del linaje de Abraham, y los que entre vosotros teméis a Dios, a vosotros es enviada la palabra de esta salvación” (Subrayado añadido).

Pablo mismo declara que al final de su carrera ministerial, Juan seguía creyendo que Cristo era el Mesías que había de venir, del cual él no era digno de desatar el calzado de sus pies.

En primer lugar: Demostró humildad.

En segundo lugar: Siempre supo cuál era su lugar y su propósito para lo cual el SEÑOR lo envió. 

f) En conclusión…

He aquí algunas conclusiones:
  • Juan siempre creyó en el ministerio mesiánico de Jesucristo hasta su muerte.
  • Juan siempre fue fiel a su ministerio.
  • Juan tenía el testimonio de ser un ejemplo de obediencia, humildad y fe.