marzo 05, 2013

EL SER DEL CREYENTE NO ES POSEÍDO POR ESPÍRITUS INMUNDOS


Un cristiano no puede ser poseído por espíritus inmundos porque, como hemos visto, Dios santifica todo el ser del creyente:

1 Tesalonicenses 5:23 “Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo” (Subrayado añadido).

Vale la pena rememorar que el creyente ya es propiedad de Cristo Jesús.

Algunos enseñan que la posesión se da en algunos de las tres partes del ser humano: el cuerpo, el alma o en el espíritu. Examinemos:

En el espíritu.- No hay indicación en la Biblia de que un espíritu posea a otro espíritu.

El alma.- Los espíritus inmundos sí actúan en el control del cerebro y la mente de un inconverso, como en los casos de posesión demoniaca ya presentados en el capítulo anterior. Pero un nacido de nuevo, que ha abandonado su antigua manera de vivir, que ha sido comprado por la sangre de Cristo, justificado, está siendo santificado por el Espíritu Santo y siendo guiado por Él; de ninguna manera puede ser controlado o poseído por un espíritu inmundo. La evidencia bíblica demuestra que el cristiano puede ser tentado exteriormente. Si continúa con manifestaciones demoniacas o con prácticas habituales de pecado, es evidencia de que no ha nacido de nuevo ni que haya sido convertido a Cristo.

Gálatas 4:6 “Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!”.

El cuerpo.- El cuerpo de un creyente tampoco puede ser habitado por un demonio o grupo de demonios, porque ya es templo de Dios:

 1 Corintios 3:16-17 “¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es” (Subrayado añadido).

¿Acaso un espíritu inmundo osaría destruir algo que ya Dios hizo su morada? No, porque los espíritus inmundos no son más poderosos que el Espíritu Santo que mora en nosotros.

2 Corintios 6:14-16 “No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo? ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos, y seré su Dios, y ellos serán mi pueblo” (Subrayado añadido).

Es muy evidente que la referencia alude a que nosotros somos el templo de Dios, hablando de todo el ser, no sólo de la iglesia misma; pues Dios también hace su morada en nosotros. Si Dios mora en nosotros, no hay entonces comunión con las tinieblas. Él no puede contradecirse a Sí mismo.

Por tanto, ningún demonio puede habitar en las tres partes de ser del creyente.

1 Corintios 12:3 “Por tanto, os hago saber que nadie que hable por el Espíritu de Dios llama anatema a Jesús; y nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por el Espíritu Santo”.