[Por: C.
S. Lewis]
“Si
tu no escuchas teología, no significa que no tendrás ningún concepto sobre de
Dios, significa que tendrás un cantidad de conceptos equivocados—conceptos
estropeados, turbios y primitivos.”
Todos
me dicen: “la gente común no quiere teología; dales religión practica y
simple.” Yo he rechazado ese consejo. No creo que los lectores comunes sean
tontos. Teología significa “la ciencia de Dios” y pienso que quien desee saber
de Dios quiere tener de Él las ideas más claras y exactas que sea posible.
Ustedes no son niños, ¿Por qué abría de tratárseles como tales?
Entiendo
por qué a algunos les desagrada la teología. En una ocasión, mientras daba una
plática doctrinal, un viejo malhumorado se levantó y me dijo “a mí no me sirve
tu teología. Yo soy religioso y sé que hay un Dios porque una vez, solo en el
desierto de noche, yo lo sentí y allí conocí el tremendo misterio. Por eso no
creo en tus nítidos dogmas y formulas sobre Dios. Quien conoce lo verdadero,
sabe que esas teorías son triviales, vanas e irreales.”
En
cierto modo estoy de acuerdo con ese hombre. Posiblemente él tuvo una
experiencia real con Dios, y cuando él la compara con los credos y la teología
cristiana, está comparando algo real con una cosa menos real. Es como quien ve
el océano Atlántico desde la playa, y luego examina un mapa del Atlántico; su
experiencia en la playa es real pues allí vio olas verdaderas, mientras el mapa
es menos real pues allí solo ve papel y tinta. Pero aquí viene el punto.
Es
cierto que el mapa solo es papel y tinta, pero hay que recordar dos
cosas.
En
primer lugar, el mapa está basado en lo que miles de personas han encontrado
navegando el océano Atlántico. En ese sentido el mapa es una acumulación de
experiencias tan reales como la que tú podrías tener un la playa. Únicamente
que tu experiencia es un vistazo aislado mientras que el mapa une las
diferentes experiencias de exploradores expertos y diligentes.
En
segundo lugar, si tú quieres ir más allá de la playa en el océano, el mapa es
imprescindible. Si te conformas con una caminata en la playa, la vista que
tendrás será más divertida que la de un mapa. Pero el mapa te va ser más útil
si quieres navegar e ir de un continente a otro.
De
modo que la teología es como el mapa.
Conocer
las doctrinas cristianas es menos real e interesante que tener experiencias
como la que tuvo mi amigo en el desierto. Las doctrinas no son Dios; ellas son
solo una especie de mapa, y ese mapa está basado en las experiencias de cientos
de personas que estuvieron en verdadero contacto con Dios—experiencias
profundas que hacen que cualquier emoción o sentimiento piadoso que tú y yo
hayamos tenido luzca elemental y borroso.
Como
vez, lo que le sucedió a ese hombre en el desierto puede haber sido real, y fue
ciertamente emotivo, pero eso no lo va a llevar a ningún lugar, no le servirá
de nada, ni se puede hacer nada con eso. Este tipo de experiencias son emotividad
sin trabajo. Es por eso que la religiosidad indefinida—sentir a Dios en la
naturaleza, y cosas semejantes—resulta tan atractiva. Pero tú no vas a
atravesar el océano Atlántico solo yendo a la playa a disfrutar las olas;
igualmente no vas a tener vida eterna sintiendo a Dios en las flores o en la
música.
De
modo que, así como no se llega a ninguna parte solo con mapas sin lanzarse al
océano a navegar, tampoco llegaras lejos ni estarás seguro en medio del océano
sino tienes un mapa.
En
otras palabras, la teología es practica; especialmente en nuestros días. En
épocas pasadas, cuando había menos educación y las cosas se discutían menos,
era posible vivir con unas pocas ideas simples sobre Dios. Pero esto ha dejado
de ser así. Ahora todos leen y escuchan discusiones. Consecuentemente, si tu no
escuchas teología, no significa que no tendrás ningún concepto sobre de Dios,
significa que tendrás un cantidad de conceptos equivocados—conceptos
estropeados, turbios y primitivos.
Muchas
de las ideas que popularmente se consideran novedades hoy, son simplemente las
mismas que los verdaderos teólogos examinaron y desecharon siglos atrás. Creer
en la religión popular y superficial de nuestros días es una regresión—es como
creer que la tierra es plana.