Ahora,
sabemos que los profetas son don de Dios (Léase Efesios 4:11). La doctrina
puede surgir de la profecía, pues toda la Escritura es considerada la Palabra
de Dios (Léase Hebreos 4:12), la Palabra profética más segura (Léase 2 Pedro
1:19) o las Palabras de la Profecía (Léase Apocalipsis 22:7). Además, es
inspirada por Dios e inspiró a los santos hombres que escribieron Sus Palabras
(Léase 2 Timoteo 3:16-17; 2 Pedro 1:21), ya que por medio del Espíritu Santo
habla misterios relacionados con Cristo y con la Iglesia (Misterios, no en su
sentido esotérico, sino en el de la revelación divina. Léase Lucas 8:10-15;
Romanos 11:25-26; 1 Corintios 14:2, 15:51-52; Efesios 3:6, 5:29-32; Colosenses
1:26, 2:2-3, 4:3; 1 Timoteo 3:16; Apocalipsis 1:19-20).
Sin
embargo, hemos de notar lo siguiente:
El
ministerio de los profetas, junto con el de los apóstoles, son dones especiales
y limitados. Efesios 2:20 nos dice que la principal función del profeta es la
de colocar el fundamento que es Cristo:
Efesios
2:20 “edificados sobre EL FUNDAMENTO DE LOS APÓSTOLES Y PROFETAS, siendo la
principal piedra del ángulo JESUCRISTO MISMO” (Mayúscula añadida).
Los
profetas revelaban, llenos del Espíritu Santo, misterios o doctrinas
relacionadas con Jesucristo y la iglesia y asuntos relacionados con ella.
Ellos, con los apóstoles, lo hemos dicho, ponían dicho fundamente. Por ejemplo:
Efesios
3:5 “Leyendo lo cual podéis entender CUÁL SEA MI CONOCIMIENTO EN EL MISTERIO DE
CRISTO, misterio que en otras generaciones no se dio a conocer a los hijos de
los hombres, COMO AHORA ES REVELADO A SUS SANTOS APÓSTOLES Y PROFETAS POR EL
ESPÍRITU” (Mayúscula añadida).
A
lo largo del Siglo I la revelación ha sido progresiva y confirmada tanto por
los únicos apóstoles (los doce y Pablo), como los profetas que han sido
instalados en las iglesias (Léase Hechos 11:28, 15:32; 19:6; 21:9-10; 1 Corintios
13:2, 1 Tesalonicenses 4:13-17; 2 Pedro 3:10-13, Apocalipsis 1:1). Estas
profecías son los mensajes dados por Dios a sus profetas para edificar a la
iglesia, de ahí que el apóstol Pablo insistiera mucho en que la profecía para
edificación de los creyentes:
1
Corintios 14:3 “Pero el que profetiza habla a los hombres PARA EDIFICACIÓN,
exhortación y consolación” (Mayúscula añadida).
Otros
versículos de 1 Corintios 14 para comparar: vers. 6, 12, 19, 24-26, 31.
De
ahí la exhortación a no menospreciar las profecías dadas a la iglesia, cuya
revelación había sido progresiva:
1
Tesalonicenses 5:20 “No menospreciéis las profecías”.
Ahora
bien, el don de profecía ha cesado con el último libro de la Biblia: El
Apocalipsis escrito por el apóstol Juan. Ya no hay más revelaciones dadas por
el Espíritu Santo para enseñarnos. Como bien dice la Biblia, la última
revelación dada por Dios fue Su Hijo, Jesucristo:
Hebreos
1:1-2 “Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a
los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el
Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el
universo”.
Jesucristo
es el profeta que esperaron los hijos de Israel, según enseñanza de Moisés:
Hechos
3:22-23 “Porque Moisés dijo a los padres: El Señor vuestro Dios os levantará
profeta de entre vuestros hermanos, como a mí; a él oiréis en todas las cosas
que os hable; y toda alma que no oiga a aquel profeta, será desarraigada del
pueblo”.
Y
Jesucristo fue la última revelación de todos los profetas del NT. Y el último
libro, el Apocalipsis, es la última revelación y enseñanza dada por nuestro
SEÑOR:
Apocalipsis
1:1-3 “ La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus
siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio
de su ángel a su siervo Juan, que ha dado testimonio de la palabra de Dios, y
del testimonio de Jesucristo, y de todas las cosas que ha visto. Bienaventurado
el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas
en ella escritas; porque el tiempo está cerca”.
Y
este libro profético cierra con una severa advertencia:
Apocalipsis
22:18-19 “Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este
libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que
están escritas en este libro. Y si alguno quitare de las palabras del libro de
esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad
y de las cosas que están escritas en este libro”.
El
canon de la Biblia se ha cerrado y ya no ha habido más profecía, ni enseñanza.
Con esto en mente, toda la Escritura está completa y tenemos la Palabra
profética más segura. Y con ello, el don de los profetas cesó. Si alguno dijere
que hay todavía revelación, se halla en problemas: Porque está añadiendo algo
más al canon bíblico y porque atrae sobre sí mismo las maldiciones de Dios. La
Biblia nos exhorta a estar alertas contra los falsos profetas (Léase Isaías
30:10; Jeremías 23:16-32; Mateo 7:15-23, 24:4-5, 24; 2 Pedro 2:1; 1 Juan 4:1;
Judas 3-16). Solo la Biblia es suficiente:
2
Timoteo 3:16-17 “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar,
para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el
hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”.
Cito
a Martín Lutero: “Le hice una petición a Dios: Que Él no me mande visiones, ni
sueños, ni siquiera ángeles. Estoy satisfecho con el don de las Escrituras
Sagradas, que me dan instrucción abundante y todo lo que preciso conocer tanto
para esta vida cuanto para lo que ha de venir”.
Solo
la Biblia es suficiente.
¡Solo
a Dios la Gloria!
Posdata:
Este humilde comentario es para meditar en el, no para discutir por favor.